viernes, 15 de febrero de 2013

RES PUBLICA UMBERTO ECO

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RES PUBLICA



+LIBROS, +LIBRES




Por el grosor del polvo en los libros
de una biblioteca pública,
puede medirse
la cultura de un pueblo”.

John Ernest Steinbeck











U M B E R T O E C O












El Péndulo me estaba diciendo que, siendo todo móvil, el globo, el sistema solar, las nebulosas, los agujeros negros y todos los hijos de la gran emanación cósmica, desde los primeros eones hasta la materia más viscosa, un solo punto era perno, clavija, tirante ideal, dejando que el universo se moviese a su alrededor. Y ahora yo participaba en aquella experiencia suprema, yo, que sin embargo me movía con todo y con el todo, pero era capaz de ver Aquello, lo Inmóvil, la Fortaleza, la Garantía, la niebla resplandeciente que no es cuerpo ni tiene figura, forma, peso, cantidad o calidad, y no ve, no oye, ni está sujeta a la sensibilidad, no está en algún lugar o en algún tiempo, en algún espacio, no es alma, inteligencia, imaginación, opinión, número, orden, medida, substancia, eternidad, no es tinieblas ni luz, no es error y no es verdad.

Umberto Eco: El péndulo de Foucault.












Biografía de UMBERTO ECO
Alessandria, Italia (1932- ). Umberto Eco, semiólogo, filósofo y novelista, sus profundas inquietudes intelectuales se han dejado sentir desde el arranque de su carrera literaria. Su obra es reflejo del sinfín de estudios que ha abordado en múltiples campos que van desde lo medieval hasta la poética de vanguardia o la comunicación de masas. Doctor honoris causa en 25 universidades de todo el mundo, posee numerosos galardones y condecoraciones, destacando entre ellas el premio Príncipe de Asturias y la Legión de Honor francesa. Actualmente es profesor de semiótica y presidente de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos en la Universidad de Bolonia.

Novelas

  • El nombre de la rosa (1980) - Novela de misterio ambientada en la Edad Media. Versión cinematográfica interpretada por Sean Connery, Christian Slater y Ron Perlman.
  • El péndulo de Foucault (1988) - Novela de complot, esoterismo y magia ambientada en la actualidad. El pequeño juego que realiza Casaubon junto a sus dos colegas de una editorial en Milan, se transformara en una verdadera pesadilla al ser tomado como cierto por los círculos luciferinos.
  • La isla del día de antes (1994) - Historia de un noble del siglo XVII que naufraga en la línea de cambio de fecha.
  • Baudolino (2000) - Historia de un joven labriego del Piamonte adoptado por el emperador Federico I Barbarroja y de sus increíbles aventuras. El relato tiene el estilo de un manuscrito medieval, que este bribón empieza a escribir para narrar sus aventuras, que van desde la misma creación del mito del santo Grial, hasta el descubrimiento del asesino de su padre adoptivo.
  • La misteriosa llama de la Reina Loana (2004) - Esta novela esta dominada por la niebla. En la niebla se despierta Yambo, después de sufrir un incidente que le hace perder la memoria. Acompañándole en la lenta recuperación, su mujer le convence de volver a la casa de campo donde se conservan los libros que leyó de niño, los cuadernos de escuela y los discos que escuchaba entonces.
  • El cementerio de Praga (2010), historia de espías y conspiradores cuyo argumento gira en torno a un falsificador, el capitán Simonini, que además adolece de una doble personalidad, contratado por servicios secretos de varios países europeos. Este se desenvuelve en un medio altamente antisemita y como obra cumbre de la conspiración resulta ser el autor de los muy conocidos Protocolos de los sabios de Sión.

Otros trabajos

Umberto Eco ha escrito principalmente en las áreas de semiótica, lingüística, estética y moralidad.
Umberto Eco, escritor y filósofo italiano

Curiosidades

  • Ha sido nombrado Duque de la Isla del Día de Antes por el Rey Xavier I de Redonda al recibir el VIII Premio Reino de Redonda en 2008.
  • Le interesa Sherlock Holmes y participó en el libro que trata sobre la técnica deductiva del detective, El signo de los tres: Dupin, Holmes, Peirce, además encontramos diversas referencias a Arthur Conan Doyle y sus personajes en muchas de sus novelas, principalmente en El nombre de la rosa.
  • En 1969 escribió el prólogo a "Mafalda, la contestataria", la edición de Bompiani (Milán) de la célebre historieta de Quino
  • Es también un admirador confeso de Jorge Luis Borges, sobre el que ha escrito varios textos, y quien inspiró, inclusive, al personaje de Jorge de Burgos, de El nombre de la rosa.
  • Es fan de la gastronomía polaca.
  • Inestimable defensor del cómic, se declara ferviente admirador de todo lo relacionado con la cultura popular, como los propios cómics ya mencionados, la televisión, la música popular, las novelas detectivescas y el cine.






El péndulo de Foucault

La demostración del giro de la tierra fue efectuada en 1851 por Jean Bernard Foucault, mediante un péndulo suspendido de la cúpula del Panteón de los Inválidos, en París.


Péndulo de Foucault en el Panteón de los Inválidos de París.
La idea de fondo de dicha demostración es relativamente sencilla: Isaac Newton había formulado la ley de la inercia el siglo anterior. Según dicha ley, un cuerpo no cambia su estado de movimiento o reposo, a no ser que intervenga alguna fuerza que modifique dicho estado. Por tanto, el movimiento de un péndulo, que se desarrolla en un solo plano, movido por la inercia y la gravedad, y no tiene ninguna fuerza exterior que haga cambiar este estado de cosas, debe mantener fijo el plano de oscilación (suponiendo despreciable -¡otra reducción para simplificar!- el roce del punto en el que se encuentra colgado el péndulo).
Para averiguar si la tierra gira, basta colocar un péndulo en cualquier lugar de la tierra que no sea el ecuador. Si la tierra gira, el plano de oscilación del péndulo variará con respecto a la tierra; si la tierra no gira, permanecerá fijo. Para la realización práctica del experimento, es necesario que el péndulo sea suficientemente largo y tenga el centro de gravedad muy abajo, de modo que se pueda obtener un periodo de oscilación largo y que el péndulo permanezca mucho tiempo oscilando sin detenerse: por ese motivo se colgó del centro de una cúpula, en un sitio cubierto, para que no le afectara el viento (hoy, en versiones no tan largas del péndulo utilizadas en museos de la ciencia, se coloca en el punto de anclaje un dispositivo que mantiene la oscilación mediante pequeños impulsos).
El experimento demostró que el plano de oscilación del péndulo variaba con el tiempo, unque
no 360 grados al día, debido a la variación causada por el ángulo entre la vertical de París y el eje terrestre; así, se dedujo que la tierra no está fija, sino que gira en el espacio.
Aparentemente, la demostración es impecable.Sin embargo, se apoya, como toda explicación
científica, en una reducción o simplificación previa, que pasa inadvertida a quien estudia el problema: El espacio con respecto al que se mueve.Para observar el cambio del plano de oscilación, el péndulo ha sido desprovisto de objetos. El péndulo se mueve en el espacio absoluto de Newton. Como se puede comprender, el “girar en el espacio” aplicado a la tierra o el “mantenerse fijo en el espacio” aplicado al plano de oscilación del péndulo, implica haber aceptado previamente las leyes de Newton como una descripción correcta de la realidad, y el experimento se plantea dentro de esa matriz de ideas sobre la realidad. Pero, como sabemos que la eliminación de los cuerpos celestes es una simplificación, y que el espacio absoluto de Newton es una ficción, hay que preguntarse: ¿Con respecto a qué gira la tierra? ¿Y con respecto a qué se mantiene fijo el plano del péndulo? Para poder responder dichas preguntas, lo primero que hay que hacer es restituir la realidad a su integridad, es decir, suponerla no como un espacio vacío, muy cómodo para los cálculos, sino como el mundo, el conjunto de las cosas, como término de referencia. Esto obligaría a pensar el giro de la tierra y la fijeza del plano de oscilación del péndulo como relativos al resto del universo. La conclusión realista del experimento de Foucault sería “la tierra gira con respecto al resto del universo” y “el plano del péndulo se mantiene fijo con respecto al resto del universo”.Si esto es así, las frases “la tierra gira”, o “la tierra gira sobre sí misma”, así, aisladamente, no tienen sentido. Todo movimiento es de algo con respecto a otra cosa. No hay movimientos absolutos, pues el espacio absoluto no existe: las coordenadas cartesianas están sólo en los cálculos matemáticos y geométricos, no en la realidad. Aquí, la imaginación gasta a los hombres una mala pasada: cuando imaginamos la tierra en su conjunto, nos representamos imaginativamente la esfera de la tierra en el espacio; y no tenemos inconveniente en afirmar que la tierra gira: la vemos girar en nuestra imaginación. Pero, para imaginarnos eso, en nuestra imaginación nosotros estamos mirando esa tierra girando, y somos, por tanto, el punto fijo de referencia (imaginado) con respecto al que gira la tierra. Si, en vez de imaginar a la tierra girando, pensamos en la tierra sola (sin nuestros ojos de la imaginación mirando), nos daremos cuenta inmediatamente de que las expresiones “la tierra gira” o “la tierra está fija” no significan nada. O se pone un término de referencia (gira con respecto al sol o está fija con respecto a lo que sea), o no estamos diciendo nada. La cuestión no es simplemente un error ligero en el que cae la gente sin experiencia científica, pues provocó toda la discusión habida en los siglos XVI y XVII, con Copérnico y Galileo, que pretendían que la tierra giraba mientras el sol estaba fijo, opuestos a otros muchos académicos, que pretendían que estaba fija y era el sol el que giraba. La realidad es que ni unos ni otros tenían razón: lo único que se podía afirmar es que la tierra gira con respecto al sol, o bien, que el sol gira con respecto a la tierra. Girar o estar fijo es algo relativo.
Además, la experiencia habitual gasta una pasada suplementaria: como estamos costumbrados
a mover objetos pequeños, mientras que tenemos dificultades en mover objetos grandes, solemos decir que los grandes están fijos y los pequeños se mueven. Por tanto, ante la tierra que se mueve con respecto al sol, interpretamos, por esta deformación psicológica, que la tierra se mueve y el sol está fijo. Ante esta afirmación, podemos argumentar de nuevo: el sol está fijo ¿con respecto a qué? Esa afirmación, sin término de referencia, no significa nada. Lo único que podemos afirmar es que la tierra y el sol no son solidarios, es decir, se mueven uno con respecto a otro. Y decir que la tierra se mueve con respecto al sol es igual que decir que el sol se mueve con respecto a la tierra.
Ningún cuerpo tiene el privilegio de ser fijo. Atribuir la fijeza a alguno es un problema psicológico nuestro. Vemos así cómo, a la hora de plantear el experimento para comprobar el giro de la tierra se introducen las ideas preconcebidas procedentes de la mecánica newtoniana; dicho de modo más general, las observaciones científicas puras son imposibles, pues siempre se plantean dentro de una matriz de ideas científicas previas. Y, a la hora de interpretar la observación científica, no sólo se introducen esas ideas científicas previas, sino también el modo habitual de trabajar de nuestra imaginación, y nuestros hábitos psicológicos (en el caso del giro de la tierra, el hábito de considerar fijas las cosas grandes y móviles las pequeñas). Depurar la ciencia de esas ideas preconcebidas (muchas veces son sólo reducciones de método, como en este caso) y de las cuestiones que se introducen por la imaginación o el hábito psicológico es una empresa difícil, que exige mucho espíritu crítico.







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