Hay algo incuestionable a día de
hoy. La ciencia ha cambiado nuestro mundo, pero en la mayoría de ocasiones su
deriva ha sido desconocida para todos nosotros. Los científicos no siempre han
sabido divulgar sus hallazgos, haciendo que estos fueran entendibles para la
mayoría de nosotros. Pero ha habido algunas excepciones. Hay algunas obras de
divulgación científica que han hecho que los ciudadanos cambiaran radicalmente su opinión sobre
determinados temas y gracias a ellas hoy
día aceptamos la evolución de las especies, sabemos que nuestro planeta
es un punto insignificante en el universo, y conocemos el significado de las
siglas ADN.
Pero cabe preguntarse la siguiente
pregunta: ¿Está la ciencia descolgándose del gran público o es el público el
que no tiene interés por la ciencia?
Pues para que eso no nos ocurra a
nosotros, y demostrar que si estamos muy interesados en el conocimiento de la
ciencia, esta semana os recomiendo la lectura de los siguientes libros:
Si hay un libro, que puede ocupar
el primer puesto con respecto a los libros de
divulgación científica, ese es “EL ORIGEN DE LAS ESPECIES” de
Charles Darwin. Se publicó por primera vez, allá por 1859. Darwin, que ya era
un reputado científico, sabía muy bien el impacto que podía tener su teoría, en
la medida que cuestionaba todas las convicciones religiosas, y es por ello por
lo que decidió escribir un libro explicando sus hallazgos al gran público. La
teoría de la evolución que se explica en el libro cambió el mundo para siempre
y, aunque con variaciones, sigue vigente a día de hoy. Pero el proceso fue
largo y doloroso. Las conclusiones de Darwin fueron tomadas en serio en la
comunidad científica, y el libro generó un intenso debate científico,
filosófico y religioso. Pero, pese a esto, no fue hasta casi un siglo después,
en torno a 1930 y 1940 cuando la teoría de Darwin fue aceptada de forma casi
universal.
El siguiente libro en recomendaros
lleva por título “LA TABLA PERIÓDICA: la curiosa historia de los elementos”.
Que un título tan extremadamente anodino, casi capaz de producir modorra, no os
lleve a engaño. Es un libro lleno de anécdotas, conocimientos
multidisciplinares y está escrito con un tono divulgativo y ameno. Porque LA
TABLA PERIÓDICA no es sólo un libro sobre los elementos químicos que nos hacían
memorizar en el instituto. Es un libro sobre cómo esos elementos fueron
descubiertos, cómo cambiaron el mundo, cómo influyeron en el arte, de qué forma
impulsaron los acontecimientos históricos más relevantes. Os garantizo que
después de leer este libro ya no volveréis a contemplar esa serie de iniciales
en una retícula de cuadrados que nos obligan a memorizar machaconamente. Porque
, a fin de cuentas, todo lo que nos rodea, incluso nosotros mismos, está
compuesto de los elementos que figuran en la tabla periódica, razón de más para
prestarles la atención que merecen a fin de comprender el mundo y, por
extensión, al ser humano.
Para todos aquellos que no lo
sepáis la tabla periódica fue un invento, o mejor dicho, un descubrimiento de
un ruso llamado Mendeléyev hacia 1869. Por aquella época eran pocos de los
elementos que hoy conocemos los que ocupaban sus casillas, pero el ruso tenía
la certeza de que esos huecos se irían rellenando en función del peso atómico
de los futuros elementos que se fueran hallando. Y así fue, una de las
vertientes del libro es esa especie de fiebre por descubrir nuevos elementos y
rellenar huecos de la tabla que desde entonces, hasta bien entrado el siglo XX,
poseyó a muchos científicos.
Con este libro nos vamos a encontrar
con una lectura grata, en la mayoría de los casos rica en datos y hechos, que
ayudan a acrecentar nuestros conocimientos en torno a estas piezas cruciales
del puzzle de la vida.
Y para finalizar esta semana, lo hago con el libro “POR AMOR A
LA FÍSICA”, escrito por Walter Lewin. Sobre el autor deciros que un
profesor de prestigio. Digamos que es uno de esos profesores que, si tienes la
suerte de que te de clase, hará que adores la física. El libro es un repaso a
prácticamente todas las ramas de la física, pero sin entrar en las
descripciones matemáticas que harían que mucha gente se echase atrás en la
lectura. El principal objetivo del
autor es que la gente disfrute de la belleza de la física sin necesidad de tener
los conocimientos matemáticos que harían falta para comprender los detalles de
las fórmulas que los describen.
Es verdad que pone algunas
fórmulas, pero sólo un par de ellas, y no se recrea en sus desarrollos, sino
que las expone para que la gente pueda reconocerlas luego. Habla de cosas muy curiosas
y da multitud de enlaces a páginas web desde las que se pueden ver ejemplos de
lo que nos está contando, motivo por el que recomiendo tener un acceso cerca de
internet para poder echar un vistazo a algunos de los links que pone. Un libro
que te cambiará la forma de ver de algunas cosas.
Me despido de vosotros con una
gran frase de Carlos Ruiz Zafón:
“LOS
LIBROS SON ESPEJOS: SÓLO SE VE EN ELLOS LO QUE UNO YA LLEVA DENTRO”
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